Desde el recondito lugar del sentimiento,
hasta el más puro hallazgo de pensamiento,
vienes y vas como inalcanzable tormento,
no importa lo que diga el mar,
sino lo que opine el viento,
Viento que acaricia mis mejillas,
con pequeñas plumas de seda que vienen y van, como el único susurro de mi último aliento.
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